Fin viene del latín "finis", (finito). Se refiere a la culminación de cualquier cosa que se esté llevando a cabo, siempre que se haya iniciado con un propósito que no se haga eterno, ya que en ese caso se llegaría a lo infinito (algo que no tiene fin).
Todo lo que se comienza debe tener un final, como puede ser la vida, una obra ya sea ficticia o verdadera.
domingo, 6 de junio de 2010
jueves, 20 de mayo de 2010
sábado, 15 de mayo de 2010
martes, 11 de mayo de 2010
domingo, 9 de mayo de 2010
"Jeffrey Brown, aclamado autor conocido por sus obras autobiográficas Torpe e Inversosímil, dirige su atención en Piltrafilla a la larga senda recorrida hasta convertirse en un artista, desde sus afición infantil por los cómics hasta su paso por la Escuela del Instituto de Arte de Chicago y el consiguiente desencanto con la visión oficial de lo que son las Bellas Artes.
Además, nos narra con precisión de detalles otros aspectos de su vida íntima como la enfermedad de Crohn, el malestar con su propio cuerpo durante la adolescencia, las borracheras con sus amigos en la universidad y los coqueteos con el consumo de drogas, su amistad con grandes autores de cómic como Chris Ware o Daniel Clowes y sus primeros pasos como autor, enviando muestras de su obra a editoriales y decidiéndose al fin a autopublicarse. Todo ello con el estilo directo, simple y rasgado al que nos tiene acostumbrados."
viernes, 7 de mayo de 2010
The stars at night are big and bright
Fue no hace mucho, eran rojas, pero iba sin cuidado y no sabía manejarlas, en ocasiones marcaba las páginas como el Zorro con el simple roce de su meñique.
Se había dejado las uñas largas por fin, quería hacerse mayor y lo intentó, pero sabía que los suicidas no esquivarían las balas y que seguiría amando a los mismos psicópatas ficticios.
No duró mucho.
Volvió a morderse las uñas.
¿Qué teníamos ayer que no tenemos hoy? se preguntaba, y ella misma se respondía. Tiempo.
Sentía que había caído en una prematura rutina de preguntas con respuesta en forma de iceberg.
Nunca escritas ni vocalizadas adecuadamente.
Se cortó el pelo, corto, demasiado corto como para reconocer a quien antes había sido y se mimetizó en la noche.
En un bar de carretera, fumadores de opio digital, le susurraban al oído las más bellas mentiras jamás escuchadas.
Sería un viernes por la noche. Y no sería ella aquella noche.
Allí estaba ella, sentada en la barra, con su pelo corto recortado por media pluma de pavo real; sus labios, lo único que conservaba de ese color; y sus ojos verdes, casi oxidados por la excesiva salinidad de las mareas pasadas.
No pretendía ser hiriente esta historia, pero ella era así, sabía cómo hacer creer que se dejaba embaucar.
Esa frase que repiten los presidentes ante catástrofes desmesuradas, se la aplicaba a sí misma.
No sabemos a lo que nos enfrentamos.
Pero se guiñaba un ojo y bailaba sola, hasta que encallaba en los brazos equivocados.
A los 20 años se había marchado de casa.
A cualquier otra parte, les dijo a sus padres y retrocedió en el tiempo.
Leyó, espió, robó, folló, mintió, escuchó, desnudó, asesinó, asustó, amó, escaló, navegó, aprendió, olvidó y hasta murió un poco.
Y todas las noches, cuando ya no era ella, cuando ya no tenía el pelo rojo ni las uñas largas, cuando sus caderas cedían el paso y los trenes descarrilaban en sus manos, se preguntaba cuanto tiempo le quedaba para volverse a escapar.
No creo que fuera ella aquella noche...
17/10/09
Se había dejado las uñas largas por fin, quería hacerse mayor y lo intentó, pero sabía que los suicidas no esquivarían las balas y que seguiría amando a los mismos psicópatas ficticios.
No duró mucho.
Volvió a morderse las uñas.
¿Qué teníamos ayer que no tenemos hoy? se preguntaba, y ella misma se respondía. Tiempo.
Sentía que había caído en una prematura rutina de preguntas con respuesta en forma de iceberg.
Nunca escritas ni vocalizadas adecuadamente.
Se cortó el pelo, corto, demasiado corto como para reconocer a quien antes había sido y se mimetizó en la noche.
En un bar de carretera, fumadores de opio digital, le susurraban al oído las más bellas mentiras jamás escuchadas.
Sería un viernes por la noche. Y no sería ella aquella noche.
Allí estaba ella, sentada en la barra, con su pelo corto recortado por media pluma de pavo real; sus labios, lo único que conservaba de ese color; y sus ojos verdes, casi oxidados por la excesiva salinidad de las mareas pasadas.
No pretendía ser hiriente esta historia, pero ella era así, sabía cómo hacer creer que se dejaba embaucar.
Esa frase que repiten los presidentes ante catástrofes desmesuradas, se la aplicaba a sí misma.
No sabemos a lo que nos enfrentamos.
Pero se guiñaba un ojo y bailaba sola, hasta que encallaba en los brazos equivocados.
A los 20 años se había marchado de casa.
A cualquier otra parte, les dijo a sus padres y retrocedió en el tiempo.
Leyó, espió, robó, folló, mintió, escuchó, desnudó, asesinó, asustó, amó, escaló, navegó, aprendió, olvidó y hasta murió un poco.
Y todas las noches, cuando ya no era ella, cuando ya no tenía el pelo rojo ni las uñas largas, cuando sus caderas cedían el paso y los trenes descarrilaban en sus manos, se preguntaba cuanto tiempo le quedaba para volverse a escapar.
No creo que fuera ella aquella noche...
17/10/09
Etiquetas:
alkaline trio,
nunca publicado,
queen of pain
lunes, 3 de mayo de 2010
domingo, 2 de mayo de 2010
miércoles, 28 de abril de 2010
un poco más
De vez en cuando necesito que me recuerden quién soy, porque se me olvida hasta dónde puedo llegar. Tropezar, caerme y levantarme. Si no, no sería yo.
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