viernes, 16 de octubre de 2009

De mis últimas noches en Madrid...

recuerdo,
estar sola en un primer piso de Cuatro Caminos,
con la mirada puesta en el infinito,
con todo lo infinita que podía ser mi mirada
que fue aquella noche,
mientras esperaba,
a mis estupideces acechando contigo de la mano,
cuando descubrí que en los cementerios japoneses
crecen árboles sobre las tumbas
y que lo nuestro nunca fue lo que pareció.

Pero también recuerdo
que escribía páginas en blanco,
y las colocaba debajo de la almohada
por si en un ataque de rabia,
mis sueños se rebelaban
y me hacían abdicar por no cumplirlos.

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